La serie de consideraciones y análisis desarrollados en este estudio ponen en discusión dos categorías frecuentemente utilizadas en la conceptualización del desenvolvimiento neuquino: la economía del enclave y el estado de bienestar. En este sentido, el supuesto que subyace buena parte de la bibliografía referida al tema sostiene que el modo de desarrollo provincial se define en los años 1960 en el marco de las políticas desarrollistas nacionales. Las mismas habrían convertido al espacio recientemente provincializado en un enclave económico basado sobre la explotación de sus recursos hidroenergéticos y en la paralela constitución de un estado de bienestar, sustentado sobre la redistribución de las regalías obtenidas a través de un conjunto de políticas elaboradas y ejecutadas por los técnicos del COPADE (Consejo de planificación y acción para el desarrollo). Esta amalgama de postulados, provenientes de modelos teóricos generalizantes y construidos para dar cuenta de otras realidades, entra en tensión cuando se incorpora la perspectiva histórica en la investigación y se propone periodizar la modalidad de funcionamiento que caracteriza la construcción y reproducción del estado provincial entre 1960 y 1990.
Se transcribe los dos primeros parrafos: Como ya se expuso en otro lugar, luego de setenta años de territorialidad, Neuquén pasa a convertirse en una nueva provincia argentina. El momento coincide con la denominada 'Revolución Libertadora' y la proscripción del peronismo; de este modo, en el nuevo espacio opera un proceso de transición hasta que se dan las condiciones institucionales y políticas para poner en marcha al estado neuquino, Luego de los dos primeros gobiernos constitucionales, el de la UCRI (1958-1962) y el del MPN (1963-1966), se asiste al golpe de 1966, iniciándose un proceso con profundos cambios en las provincias. La 'democracia restringida' y el gobierno del radicalismo del pueblo con el presidente Illia son derrocados, las "opciones se definieron y los conflictos de la sociedad, hasta entonces disimulados, pudieron desplegarse plenamente. La maquinaria del golpe se había puesto en marcha hacía ya varios meses y el hecho en sí no es patrimonio de los militares; los ciudadanos, las corporaciones, la prensa, incitan a la rebelión y el gobierno no reacciona. Sin embargo, a fines del mes de junio todo parece anudarse: el golpe se produce y la 'revolución' se instala en la escena pública. El incruento golpe de estado respondía a las expectativas de la opinión pública que había sido preparada desde hacía tiempo acerca de las cualidades cívicas de los salvadores de uniforme.